Con el propósito de mantener una producción ininterrumpida de leche año tras año, las vacas son sometidas a un ciclo interminable de fecundación y parto, sólo para ser apartadas de sus crías inmediatamente después de su nacimiento. Las vacas y sus crías se lloran las unas a las otras al ser separadas.
Todas las formas de producción de lácteos requieren que las vacas sean fecundadas por la fuerza. Durante el proceso de inseminación, una persona inserta su brazo en el recto de la vaca para posicionar el útero, y después forzar un instrumento dentro de la vagina. Al dispositivo para restringir el movimiento de la vaca durante este procedimiento comúnmente se le refiere como "potro de violación."
La mitad de todas las terneras nacidas de vacas lecheras son machos. Debido a su incapacidad para producir leche, los becerros de apenas unos cuantos días de nacidos son enviados a granjas de producción de carne de ternera ó a subastas, donde son vendidos y después sacrificados. Los becerros utilizados para la producción de carne de ternera sufren un proceso de castración rudimentario y son sacrificados después de permanecer 4 meses en jaulas ó corrales individuales donde su movimiento es limitado.
Después de ser forzadas a producir leche constantemente durante un periodo de 4 a 6 años, las vacas lecheras son consideradas como mercancia "desgastada". Estas vacas "desgastadas", frecuentemente débiles y enfermas, sufren durante el transporte a la subasta ó matadero, los cuales son procesos muy traumáticos para estos gentiles animales. Libres de explotación y sacrificio, las vacas alcanzan a vivir 25 ó más años.
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